DESARROLLO, FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN
Comunicación pasivo-agresiva en la oficina: cómo detectarla y qué hacer

De indirectas a sabotaje sutil, una amenaza silenciosa para el ambiente laboral
En el entorno laboral, no todos los conflictos se expresan de forma abierta. A veces, la incomodidad, la frustración o el desacuerdo se manifiestan de formas más sutiles pero igualmente dañinas. La comunicación pasivo-agresiva es una de esas formas silenciosas de conflicto que, si no se detecta y gestiona a tiempo, puede deteriorar el ambiente laboral, afectar la productividad y minar la confianza entre colaboradores.
¿Te ha pasado que alguien responde con sarcasmo, te ignora deliberadamente o lanza indirectas disfrazadas de humor? Entonces es momento de prestar atención: podrías estar frente a una conducta pasivo-agresiva.
¿Qué es la comunicación pasivo-agresiva?
Se trata de una forma de expresar enojo, frustración o desacuerdo de manera indirecta, evitando el conflicto abierto, pero dejando claro el malestar. Aunque aparentemente “no pasa nada”, el mensaje implícito suele ser incómodo, confuso o incluso hiriente.
Ejemplos comunes:
- “Ah, claro… como tú siempre tienes mejores ideas…” (con tono irónico).
- Ignorar correos o mensajes intencionadamente.
- Cumplir con tareas tarde o con errores para “castigar” a alguien.
- Hacer cumplidos con doble filo: “¡Qué bien te quedó la presentación! Nadie esperaba que te saliera así…”
¿Cómo identificar este tipo de comunicación en la oficina?
Aquí algunas señales clave:
- Sarcasmo constante o disfrazar agresión con humor.
- Evitar confrontaciones directas, pero manifestar inconformidad a través de terceros o redes internas.
- Falta de cooperación “accidental”, como no entregar información a tiempo o malinterpretar instrucciones de manera deliberada.
- Uso frecuente de indirectas o frases ambiguas que generan confusión o culpabilidad.
- El clásico “yo no dije eso” o “no fue mi intención”, cuando el daño ya está hecho.
¿Qué causa este tipo de comportamiento?
Aunque no es excusa, sí es importante entender su origen:
- Miedo al conflicto o a represalias.
- Baja autoestima o sensación de falta de poder.
- Malos liderazgos que no permiten una comunicación abierta.
- Falta de habilidades emocionales y comunicativas.
- Cultura laboral tóxica o poco clara.
¿Qué hacer si detectas comunicación pasivo-agresiva?
- No entres en el juego. Responder con otra actitud pasivo-agresiva solo empeora las cosas.
- Confronta con asertividad. Usa frases claras y calmadas como:
“Noté que tus comentarios tenían un tono sarcástico, ¿hay algo que te gustaría decir directamente?” - Establece límites. Si notas que te están afectando, di con claridad lo que no vas a permitir.
- Documenta lo ocurrido. Si el comportamiento se vuelve sistemático, puede ser útil contar con evidencia para Recursos Humanos o líderes.
- Fomenta una cultura de comunicación abierta. Si eres líder o trabajas en capacitación, promueve talleres de inteligencia emocional, comunicación asertiva y resolución de conflictos.
¿Qué pueden hacer las empresas y líderes?
- Capacitar en habilidades blandas. Comunicación, empatía y liderazgo emocional son claves.
- Establecer canales seguros de retroalimentación.
- No minimizar comentarios “ligeros” o bromas con doble sentido. Si hay malestar, debe abordarse.
- Fomentar una cultura de respeto. Donde se valore el decir lo que se piensa de forma responsable.
La comunicación pasivo-agresiva no siempre grita, pero sí lastima. Identificarla y gestionarla es responsabilidad compartida: de quienes la ejercen, de quienes la padecen, y de las organizaciones que desean un clima laboral sano y productivo.
En DiFuentes Formación y Desarrollo, creemos en el poder de la palabra bien usada: aquella que construye, conecta y mejora el entorno laboral.
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